DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

7 de enero de 2011

Nuestra lectura de hoy, viernes 7 de enero

1 Tesalonicenses, capítulos 3 al 5

La voluntad de Dios es que seamos santificados. (1 Tesalonicenses 4:3)

Dios no está interesado en tener hijos famosos, poderosos, exitosos, ricos, o talentosos. El busca hijos santos, que glorifiquen Su nombre en toda su manera de vivir.
Dios desea llevarnos a una santidad cada vez mayor; de otra manera no podremos llegar a ser como Cristo Jesús.

Que el Dios de paz, nos santifique por completo, y guarde todo nuestro ser -espíritu, alma y cuerpo- irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1 Tesalonicenses 5:23)

1 comentario:

  1. Muchas piensan en la santidad como algo tan difícil de alcanzar...; sin embargo, Dios nos dice en su palabra:

    "Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis mandamientos, y guardéis mis derechos, y los pongáis por obra." Ez 36:26,27

    Hermanos, la palabra no dice: "Exigiré que andéis en mis mandamientos...", dice: "Haré que andéis en mis mandamientos..." Solemos luchar siempre solos, tratando de conducir nuestra propia vida en los caminos de Dios y eso para muchas resulta desgastante y hasta frustrante debido a que caemos muchas veces en el pecado. Pero Dios nos promete darnos un corazón de carne, nos promete poner dentro de nosostros su San Espíritu y hacer que andemos en sus mandamientos.

    Todo es distinto cuando en lugar de conducir en timón de nuestra nave llamada santidad, dejamos que nuestro amado y misericordioso Dios conduzca el timón de nuestra nave.

    Díganme ustedes, acaso ¿no es bello dejar que Dios conduzca nuestra vida?, ¿no es más placentero el viaje?, ¿no hay mayor seguridad de llegar a buen puerto? Dios, es nuestro ayudador, debemos tener la confianza suficiente de cederle nuestro timón. Sólo con la guia de su Santo Espíritu es como podemos afianzar y mantener la santidad que se espera de nosotros. Estar en santidad no tiene que significar un esfuerzo desgastante o frustrante, recuerden que Jesús dijo: "Mi carga es ligera y mi yugo fácil de llevar." Bendiciones para todos ustedes.

    ResponderEliminar