DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

21 de enero de 2011

Nuestra lectura de hoy, viernes 21 de enero

1 Pedro, capítulo 5
2 Pedro, capítulos 1 y 2

Añadamos a nuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
Porque si estas cualidades abundan en nosotros, no estaremos ociosos, ni carentes de frutos, y creceremos en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. (2 Pedro 1:5-7)

Procuremos añadir todo lo que está faltando en nuestras vidas. El Señor lo proveerá abundantemente a aquellos que buscan Su rostro. Amemos a Dios con todo nuestro corazón, y en toda circunstancia. El tiempo que desperdiciemos aquí en conocerle, significará una pérdida inmensa en la eternidad. Alimentemos nuestro espíritu en Su presencia, llenemos nuestras mentes con Su Palabra. No descuidemos nuestro depósito eterno.

Seamos sobrios, y velemos; porque nuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; resistámosle firmes en la fe, sabiendo que nuestros hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos.
Pero el Dios de toda gracia que nos llamó a Su gloria eterna en Jesucristo, después de sufrir un poco de tiempo, nos perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá.
A El sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. (1 Pedro 5:8-11)

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