DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

23 de diciembre de 2010

Nuestra lectura de hoy, jueves 23 de diciembre

1 Corintios, capítulos 7 al 9

En una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno obtiene el premio. Corramos de tal modo que lo obtengamos.
Los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros en cambio, por uno que dura para siempre. (1 Corintios 9:24-27)

La vida del cristiano es como una carrera en la cual no competimos contra otros, sino que nos animamos unos a otros a permanecer corriendo sin desmayar, venciendo, con la ayuda del Espíritu que nos fue dado por Dios, cada impedimento que se nos presente en el trayecto para estorbarnos y hacernos tropezar.

Corramos hermanos con paciencia y perseverancia, de manera que lleguemos al final de nuestros días en Cristo; disciplinemos nuestro cuerpo y controlémoslo para que no seamos dominados por ningún deseo impuro. No sea que descuidándonos, quedemos descalificados...

No hay comentarios:

Publicar un comentario